Seguro que alguna vez hemos pillado al niño en alguna mentira. ¡Todos lo hacen en alguna ocasión! El problema surge cuando la mentira se convierte en un hábito para ellos.
Según la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE), “es importante educar a los niños en la sinceridad. Ello supone expresarse con sencillez, claridad y veracidad, sin utilizar el fingimiento, la hipocresía o la simulación. Es importante transmitir estos valores a los pequeños”. Han de aprender a decir la verdad siempre, con respeto y sin ofender a nadie.
Según los expertos, entre los 3 y los 9 años es el mejor periodo para que los pequeños asimilen fácilmente el aprendizaje de los hábitos relacionados con la sinceridad y la justicia. Antes de esa edad es complicado que los niños entiendan en qué consiste la sinceridad ya que su mente no distingue con claridad la realidad y la fantasía.
Los padres deben enseñar a los hijos a decir la verdad desde pequeños, desde el momento en que aprenden a discernir la verdad de la mentira. Cuando un niño se acostumbra a ser sincero, crea un ambiente de confianza a su alrededor, aumentando así su autoestima y creando una base fuerte y saludable para su futuro.
Existen diversos motivos por los que un niño no es sincero:
- A los niños más pequeños les resulta difícil distinguir entre la realidad y la imaginación. En estos casos no se puede hablar de mentiras propiamente ya que no hay mala intención por su parte.
- Para manipular la realidad y conseguir algo que les interesa.
- Bajo nivel de autoestima y falta de seguridad en sí mismo.
- Llamar la atención de los adultos que le rodean.
- Para evitar algún castigo.
- Como defensa al sentirse amenazados por algo.
Si el niño se siente falto de cariño, se refugia en su mundo interior de fantasía y otras veces simplemente imita la actitud de los adultos más cercanos a él.
Desde la AMEI-WAECE nos dan unos consejos para erradicar la mentira de la vida de nuestros hijos:
- Cuando el niño diga la verdad, refuerza esta actitud con aprobaciones y alabanzas.
- Si observas que el niño miente, intenta averiguar los motivos que le conducen a ello y corrígelos.
- Es importante que en el hogar exista un clima afectivo, que dé al niño seguridad y confianza, aumentando así su autoestima.
- No llames al niño mentiroso, y menos si hay gente delante. Hay que modificar un aspecto de su comportamiento, no de su personalidad.
- No presiones al niño para que se sienta culpable. Ello generará sentimientos negativos.
- Los niños imitan lo que ven. Si los adultos que lo rodean mienten, él también lo hará.
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